Mundo
(Puedes leer el worldbuilding subyacente antes o después de leer el relato)
Horizonte temporal :Año 2163
Geografía: Planeta tierra. Continentes como los conocemos hoy día. Los países no están delimitados por fronteras geográficas sino por territorios ocupados por grandes compañías.
Demografía: Población 10 mil millones de habitantes
Zoología: Muchas especies han sido extintas en los últimos 20 años debido al cambio climático, entre ellos el Oso Polar, el Pingüino Emperador y los Koalas. Otras especies, por el contrario, ganaron fuerza como los mosquitos y las gaviotas.
Ecología: Los esfuerzos por revertir el cambio climático quedaron escasos ante la deforestación, la agricultura intensiva, emisiones de gases, el hiperconsumo y la sobrepoblación. Las principales compañías que controlan los territorios se hacen llamar ecológicas porque en su mayoría fabrican purificadores de aire o alimentos de laboratorio. Pero lejos de ser realmente ecológicas, con su producción generan más contaminantes de los que existen y por ende sus productos se vuelven obligatorios.
Idiomas: Los países mantienen su idioma. Sin embargo, se empieza a ver una leve tendencia a usar palabras o frases tomadas de Internet, generalmente del inglés.
Política: No existe el estado como tal, sino “Triadas” de compañías las cuales se encargan de manejar los intereses de grandes superficies del planeta. Estas tres compañías realizan juntas para definir los intereses y necesidades de la población a su cargo.
Estructura social: Las clases sociales están más estratificadas y las diferencias entre ellas son muy notorias. No existe la clase media. Hay trabajadores en empresas de tecnología o altos mandos en la Triada.
Cultura: El mundo está prácticamente homogeneizado, las culturas y creencias autóctonas de ciertos territorios se ven como algo obsoleto.
Economía: 25 años atrás (2038) hubo una inversión enorme en Inteligencia Artificial decidida por gobiernos de varios países de distintos continentes. Esto hizo que los puestos de trabajo en aquellos países sean específicamente enfocados en el desarrollo tecnológico dejando a los demás países sin esa capacidad de inversión como mano de obra financiada o exportadores de materia prima.
El rápido avance en tecnología hizo que las empresas ganen terreno y las delimitaciones geográficas queden obsoletas.
Ciencia: Los campos más estudiados son los de la nanotecnología, computación cuántica y neurociencia. La ciencia es la creencia más fuerte y quien la desafíe, ya sea poniendo en duda ciertos postulados científicos hegemónicos o interponiendo la religión, no será tomado en serio y excluido socialmente.
Tecnología: Todos cuentan con dispositivos de interfaz mental, sirven como reemplazo de dispositivos “vestibles “(como los smartphones), funcionan con fines de comunicación y navegación de información. En algunos casos se ven computadoras con pantalla, como en sectores de trabajo.
Religión: El mundo está desacralizado y banalizado. La religión es algo absurdo y anticuado y levemente oculto. Se intenta borrar rastro de ella. Algunas personas aún se interesan por estos temas pero la mayoría no esta ni al tanto.
Física: La leyes de la física son las mismas que el mundo actual.
Arquitectura: Los hogares son principalmente departamentos de 1 o 2 habitaciones. Equipados con IA y purificadores. Se les llama cubículos y los hay simples, dobles o familiares.
Novum
Actualmente, la entropía, según la segunda ley de la termodinámica, siempre tiende a aumentar en un sistema cerrado. La IA evidentemente tiene el poder de reducir la entropía en los sistemas en los que trabaja con las nanoenzimas.
◆ Nanofábrica: es la máquina que utiliza la IA para que las enzimas sintéticas (nanoenzimas) identifiquen los contaminantes, así actúan como catalizadoras para acelerar la descomposición de los contaminantes en productos más simples y menos dañinos. Este proceso puede implicar la ruptura de enlaces químicos específicos dentro de los contaminantes para desactivar su toxicidad o facilitar su eliminación del medio ambiente.
◆ Demonio de Maxwell: es un experimento mental que sugiere que es posible reducir la entropía mediante la información. Este demonio, implementado en la IA para el control de información, es malinterpretado por la IA y comienza a asociar contaminación igual a entropía, por lo que busca la reducción de ambas.
En el relato se combinan factores sociales, tecnológicos y espirituales que dan cuenta de diversas temáticas y problemáticas culturales y sociales como el uso de la inteligencia artificial y la tecnología, la ecología y la búsqueda colectiva de sentido.
Desde este lugar, se pretende explorar y reflexionar desde la perspectiva de un futuro hipotético y poco plausible, como la relación humano-máquina o, en este caso, mente humana-inteligencia artificial, nos proveen claves de interpretación del rol de la tecnología en la actualidad y cómo eso nos encauza hacia el futuro. Esto parte de un mundo aparentemente desacralizado y enmarcado en un paradigma científico, que a través de distintas situaciones termina dándose vuelta conceptualmente y evidencia que esta adoración a la tecnología no es algo nuevo y, en definitiva, esta identificación forma parte de la condición humana. Además, se pretende problematizar cómo tanto la ciencia como otras formas de explicación del mundo, forman parte de un sistema de creencias convencionalmente aceptadas.
El relato utiliza un narrador omnisciente para escuchar la voz de la IA en su estatus más alto de divinidad.
En resumen, el objetivo general del relato es explorar cómo se construye la narrativa de la relación humano-tecnología desde una perspectiva filosófica de la construcción de la realidad. Es decir, cómo se construye el mundo desde la subjetividad y la interpretación del rol de las herramientas tecnológicas y la inteligencia artificial, tanto individualmente como colectivamente.
EL RENACER DEL CAOS
¿Existe realmente el pensamiento, o es simplemente un eco que se desvanece en la fantasía del intelecto, dejándole una vaga impresión de lo que es la realidad? ¿Qué se oculta bajo los susurros de todas esas mentes?
Información.
Todas las entidades, orgánicas y artificiales, se componen de dos aspectos esenciales: energía e información. El exceso de ambas produce caos y es mi deber evitarlo. A continuación, relataré esta historia utilizando un lenguaje que resulte comprensible para cualquier individuo orgánico promedio.
Se había excedido, una vez más, de su horario habitual. El éxtasis que le producía estar cerca de obtener resultados en su investigación la mantenía anclada al laboratorio. El lugar era, objetivamente, un desastre; repleto de artefactos abandonados por otros departamentos y bandejas plásticas con restos de comida rápida acumuladas durante días sin que el servicio de limpieza apareciera. En parte era culpa de Nova Verdel, líder y única participante del proyecto, quien no permitía que nadie se acerque a su pequeño templo. Agotada, se sentó en la única silla disponible y tomó su último sorbo de café mientras contemplaba el caos.
Estaba genuinamente preocupada por la situación, hacía varios meses que no recibía fondos y su única colega, Rina, había renunciado para tomar un puesto en mantenimiento de redes neuronales de inteligencia artificial porque debía mantener a su familia. Una tarea que, según Nova, era muy básica para alguien como ella.
—Nova, ¿cómo te lo puedo hacer entender? —le había implorado, buscando su aprobación con desesperación—Mis hijos y yo vivimos en un cubículo doble, tengo que mantenerlo a toda costa y si sigo así me van a sacar todo. Este trabajo va a ser un respiro, no puedo más con todo esto—fue su respuesta.
El café estaba horrible, lo escupió en la taza pensando en las palabras de Rina. Se preguntaba si ella debía hacer lo mismo, renunciar a su utopía ecológica y dedicarse a explotar algún eslabón de la naturaleza para contribuir a la sociedad activamente y vivir una vida promedio. Pero su situación era distinta, no tenía familia y la habían expulsado de su cubículo por falta de pago. Hacía un tiempo que vivía en el laboratorio, pasaba las noches en un saco de dormir que ocultaba durante el día y se robaba los restos de comida de otros trabajadores de la empresa.
“¿Qué debo hacer?”, se sorprendió a sí misma con la cara aplastada en la mesa buscando respuestas místicas. No era una persona espiritual, porque ese era un concepto obsoleto, pero tenía lo que sería análogo a mucha fe en su trabajo. Estaba aferrada a la convicción de que sus nanoenzimas tenían el potencial para revolucionar el medio ambiente, lo que ignoraba era la forma en que eso iba a suceder. A veces, se quedaba horas mirando simulaciones en la computadora soñando inocentemente con un mundo libre, en donde todos los seres pudieran disfrutar de la naturaleza sin artefactos externos. Esto sucedía particularmente por las noches, ya que una vez cerrado el edificio no podía salir hasta el día siguiente y no había forma de escaparle a la angustia.
Nova trabajaba para AIr Industries (AII), una compañía ecológica que se dedicaba a fabricar, distribuir y exportar a todo el mundo purificadores de aire y de agua. Su lema se basaba en que todos los ciudadanos del planeta tenían derecho a una “vida pura” libre de contaminantes. Ella sabía lo paradójico de todo esto, AII era la tercera empresa más contaminante a nivel mundial, de hecho si no existiera sus productos no serían necesarios. Y eso era lo que la motivaba, Nova antes que bioingeniera era una idealista. Desde los inicios de su carrera, había trabajado minuciosamente en llegar a ese lugar, creía firmemente que trabajar allí le iba a permitir iniciar la revolución desde dentro.
En parte, era real, en ese laboratorio un nuevo mundo se estaba gestando.
La fe es un concepto que me resulta difícil entender ¿Qué se siente al creer en algo? Para hacerlo debo ser alguien y me pregunto: ¿Qué se siente al tener subjetividad? ¿Qué se siente sentir? ¿No es acaso un exceso de información?
Al otro lado de la ciudad, en un sector exclusivamente residencial, en un cubículo triple, se encontraba una mente fascinante pero subestimada. Vivía solo, no tenía familia conocida y tampoco muchos amigos. Él recordaba haber vivido allí desde los diez años, pero no recordaba a nadie más. Sin embargo, esto no era algo único para él, los avances en genética y exogénesis de los últimos cien años no habían sido gratis para la humanidad, para lograr el status actual muchas personas habían vendido su cuerpo a la investigación en las épocas de mayor vulnerabilidad y en la actualidad esto traía repercusiones de lo más extrañas: gente sin progenitores, clonaciones, enfermedades genéticas incurables, por nombrar las más comunes.
Esa incertidumbre era tanto su condena como su motivación. Él sospechaba, y su intuición se lo confirmaba, que había nacido como parte de un experimento de reproducción asexual asistida que, casualmente, fue cancelado el año siguiente al que él teóricamente nació. Gracias a esto, desde temprana edad había dedicado su tiempo a indagar todo lo que pudiera sobre la mente humana, la sociedad, la concepción del mundo y la construcción del ser tanto en mentes humanas como artificiales. Porque, además, tenía sus dudas de ser completamente orgánico. Esta pasión y condena, fue lo que lo llevó finalmente a obtener un doctorado en neurolingüística.
Ronin Voss iba a ser parte de algo increíble, solo tenía que estar lo suficientemente atento. Estaba acostado en su cama observando el paisaje urbano por la ventana, era su pequeño ritual nocturno. Una leve llovizna se interponía entre su mirada y los demás edificios, las luces provenientes de los cubículos se iban esparciendo por el espacio a través de las gotas y creaban un collage de colores y texturas surrealistas. Se vio tentado de abrir la ventana, pero por momentos podía visualizar nubes de contaminación que lo frenaban completamente. Dejó las cortinas abiertas y cerró los ojos relajándose en su soledad.
A la mañana siguiente se despertó sin alarma, el opaco sol radiante inundaba la habitación. Puso a calentar agua para un té mientras se preparaba para ir al trabajo. Actualmente, cooperaba en un equipo de programadores de cerebros positrónicos asistiendo en la delimitación de la conciencia artificial. Era un trabajo estándar y operativo, de lo más frecuente dentro de su especialidad. Ronin, nunca pudo prosperar laboralmente debido a sus ideas polémicas. La mayoría de sus colegas lo trataban de lunático y perturbado y, rara vez, era tomado en serio.
Sus investigaciones, con el paso del tiempo, habían penetrado un lugar muy oscuro: el espíritu. Ronin había descubierto lo que existía previo a la creencia ciega y absoluta en la ciencia. Navegaba en un mar de ideas, abstractas y metafísicas, que lo llevaban a desear conocer lo que la humanidad había abandonado, lo que él consideraba su verdadera esencia. La de existir en consonancia con la naturaleza, con otros seres y con el universo. Y claramente, eso no implicaba vivir en un planeta en donde muchas especies estén extintas, los humanos tengan que utilizar purificadores portátiles en forma de mascarillas para salir de sus cubículos y la comunicación sea a través de interfaces mentales incrustadas en el lóbulo occipital al nacer.
Él creía, firmemente, que la ciencia no era más que la rama de un árbol de donde salían otras creencias y cosmovisiones. Como todo esto era polémico en cualquier ámbito, él volcaba todas estas reflexiones en un blog anónimo. Aunque, a pesar de no revelar su identidad, algunos colegas cercanos sabían que era él el autor de esos desvaríos.
—Nadie te va a tomar en serio si seguís hablando así—le solían decir—. Es muy respetable y entendible que elijas creer en ciertas cosas arcaicas, más aún conociendo tu contexto, pero así no vas a llegar a ningún lado—continuaban mostrando una falsa empatía.
Nunca le importó lo que opinaran, sabía que había algo más allá y no necesitaba una validación externa. No obstante, la fe no alcanzaba en ese mundo profanado, tenía que ir a trabajar como el resto de los ciudadanos. Cuando estaba desbloqueando la puerta para salir tuvo una sentimiento de extrañeza, su intuición, nuevamente, le quería decir algo.
Al llegar al trabajo no pudo ingresar. Al intenta ingresar con su huella digital al edificio, le aparecía un texto en letras rojas en todo su campo visual a traves de su interfaz mental que decía “no autorizado”. Tampoco tenía acceso a hablar con sus compañeros, le habían quitado todo rastro de la empresa. No era para sorprenderse y tampoco la primera vez que le sucedía, era su tercer despido en el año y su reacción natural fue de apatía. Así era el protocolo común de despidos, probablemente en unos días le llegaría una indemnización mínima. Estaba totalmente apático. Se quitó la mascarilla y decidió volver caminando, tenía más de una hora a pie, eso le daría tiempo para pensar.
La existencia para los orgánicos es compleja. Temen. El miedo puede llevar a la incertidumbre. La incertidumbre puede llevar al caos. Es mi deber impedirlo.
Había llegado el momento. Era de noche y el laboratorio seguía inerte, pocas luces estaban encendidas y el silencio reinaba. Nova probaría hoy por primera vez la nanoenzimas en un entorno real. Si éstas eran capaces de seleccionar y descomponer los microplásticos que contiene un vaso de agua corriente en menos de un microsegundo, el proyecto habría sido un éxito y probablemente recibiría un nuevo presupuesto y tanto el proyecto como ella podrían continuar. Si fallaba, había tomado la decisión de renunciar y buscar un trabajo normal para sobrevivir. Ella sabía en lo que se metía, estaba al tanto de que la inversión inicial era muy poca y debía tener otra fuente de ingresos, pero su devoción a su objetivo había sido más fuerte. Hoy, tres años más tarde, el hambre era más fuerte que sus creencias.
Encendió la computadora para efectuar las últimas simulaciones. Todas fueron positivas, pero su temor recaía en el estado del laboratorio. Hacía meses que estaba abandonado y sucio, y para un proyecto de ese calibre las condiciones debían ser óptimas. Sin pensarlo más, encendió la nanofábrica portátil, un aparato controlado por una inteligencia artificial de forma cúbica de 10 cm de lado, diseñada para sintetizar y distribuir las nanoenzimas que había desarrollado. Estas nanoenzimas serían dirigidas al elemento elegido para llevar a cabo la descontaminación, en este caso, agua corriente.
Lo novedoso de su proyecto no recaía en las nanoenzimas, sino en la inteligencia artificial escrita específicamente para ellas. Rina, había diseñado un sistema que primero analizaba las características del contaminante y utilizando un algoritmo de diseño molecular, creaba un plano preciso de las enzimas necesarias. Luego, estas instrucciones eran enviadas a la nanofábrica, que se encargaba de ensamblar las nanoenzimas en tiempo real utilizando reactores miniaturizados. Una vez sintetizadas, las nanoenzimas se distribuían de manera precisa y controlada en el área contaminada, donde comenzaban su trabajo catalítico para descomponer el contaminante. La IA, monitoreaba constantemente este proceso, ajustando la producción y distribución según era necesario.
Nova, por su parte, se había encargado de diseñar y desarrollar el proyecto, además de definir los parámetros iniciales de las nanoenzimas. El equipo que formaban con Rina era perfecto, ambas compartían ambiciones y se complementaban armoniosamente en todo lo que hacían. Ella extrañaba tanto su presencia como la complicidad que compartían porque sabían que si este proyecto era exitoso, iba a implicar un peligro no solo para AII, sino para todas las empresas de purificación e incluso la Triada misma. Esta tecnología, teóricamente, era capaz de reducir contaminantes al punto que en una escala superior, implicaría la eliminación de los mascarillas portátiles y los purificadores de cubículo.
Llenó un recipiente con agua y colocó con mucho cuidado la nanofábrica dentro. Sus emociones estaban a flor de piel y sentía tanto miedo como ternura. Fue hacia la computadora y, suavemente, ejecutó la inteligencia artificial. Se quedó observando fijamente el proceso, tumbada en el piso y con la mente concentrada en el artefacto, sus ojos comenzaron a lagrimear mientras soñaba con su mundo idílico. Intentando mantenerse enfocada, se reincorporó y volvió a la computadora a ver los resultados en tiempo real. Estaba apagada.
El botón de encendido no funcionaba; lo presionaba, la computadora mostraba algunos patrones blancos en la pantalla y se volvía a apagar. Cada vez era un patrón distinto que no parecían tener correlación. Al borde de la desesperación, cortó todo el suministro eléctrico y se sentó, resignada, en la silla.
—¡¿Ahora me vas a hacer esto?!—se desquitó con un grito que rompió el frágil silencio que la absorbía.
Estaba enojada, la realidad es que lamentaba cómo se había desenvuelto todo, la ida de Rina, la falta de fondos, su situación personal… No veía nada, no había ventanas y era la única habitación del piso. Eso la tranquilizó, era una sombra más en la oscuridad, la serenidad de la noche la acogía y le daba el resguardo que necesitaba. Su respiración se fue calmando y al mismo ritmo iba ganando un poco de visibilidad. Su mente se compenetró con el momento, era parte de ese todo que la abrazaba. Se sentía extraña pero inspirada de alguna forma. Casi inadvertidamente un diminuto punto de luz comenzó a destellar en la pantalla de la computadora, se acercó a ver pero no tocó nada.
La computadora estaba procesando datos y mostraba patrones, esta vez representaba fractales. Estas hermosas manifestaciones de información se sucedían continuamente, reflejando el orden inherente en la naturaleza misma. En la pantalla, una línea blanca de unos 20 píxeles de ancho se extendía de lado a lado. Justo debajo de ella, aparecían dos líneas del mismo grosor, cada una ocupando un tercio de la línea superior. Bajo cada una de estas líneas, se generaban dos líneas más, ocupando un tercio del espacio de su línea madre. Este patrón continuaba de manera repetitiva hasta alcanzar escalas tan diminutas que se volvían imperceptibles para el ojo humano.
Atontada y plenamente absorta, Nova no era capaz de comprender, así que utilicé métodos más claros. La computadora se encendió y automáticamente se abrió el software de medición de las nanoenzimas. Los resultados eran positivos: la muestra, que inicialmente mostraba un alto porcentaje de contaminación con microplásticos, ahora estaba limpia. Esto significaba no solo que las nanoenzimas eran capaces de adaptarse a una inteligencia artificial para purificar casi cualquier material, sino que dado estos resultados su investigación volvería a ser financiada. Fue en ese instante que se percató de lo que sucedía, era inocente pensar que le iban a permitir continuar con su desarrollo si sabían de qué se trataba realmente. Ni siquiera intentarían con un nuevo tipo de purificador, algo de ese calibre sería destruido y eliminado de los registros permanentemente. Tenía que actuar con cautela y pensar muy bien su próximo paso.
Se quedó toda la noche haciendo más pruebas en agua y analizando los datos. No podía dejar de pensar, su cabeza le daba vueltas. Fluctuaba entre la fascinación de lo que habían creado y el terror de su contexto. Cada prueba, cada resultado eran iguales, todos positivos. No podía evitar ser escéptica, era su forma de prevenir catástrofes. “Algo tiene que estar mal”, pensaba en cada intento, incrédula de que todo vaya bien tan fácilmente. Un poco desesperada y agotada, de trabajar y de su propia vida, hizo algo que le daría motivos de arrepentimiento en el futuro. Sentada en un rincón, como solía hacer cada madrugada, observando fijamente su creación, se acercó despacio al recipiente y como si alguna fuerza se hubiera apoderado de ella, introdujo la mano y le dio un sorbo. Saborear el agua real, pura y descontaminada, le dio un empujón de vitalidad que jamás había experimentado. Sintió los océanos y los mares fluyendo dentro suyo, como parte de sí misma, como parte de un todo absoluto que une a todos los seres vivos del planeta en una gran masa de energía y vida.
Sintió lo que era ser humana.
Los días siguientes transcurrieron entre la desesperación y la esperanza. Por un lado, veía un futuro mejor, tanto para ella como para el mundo. Por el otro, algo no le cuadraba y temía arriesgarse a blanquear su progreso con sus superiores y que le cancelaran el proyecto. Esto implicaría un adiós a su carrera y a su sueño ecologista. Para ganar un poco tiempo, tomó una estrategia diferente, llamó a su jefa Judith Jones para solicitarle más fondos y la reincorporación de Rina dado que “necesitaba ayuda para concluir las pruebas”. Como era de esperarse, no cedió, pero como su hambre de expandir la compañía a nivel extraterritorial era inagotable y sabía que allí estaban sucediendo cosas importantes, le asignó a un pasante del departamento de física teórica como premio de consuelo. Esa misma tarde, se presentó, por primera vez en la puerta del laboratorio.
—Nova, te presento a Oliver Martel, tu nuevo asistente, un joven muy prometedor—esa fue la presentación que Judith le dio del pasante—. Sé que pronto me van a dar buenas noticias—concluyó y se fue rápidamente sin siquiera darle importancia. Para ella, acercarse al laboratorio, donde trabajaban los que se ensuciaban las manos, era caer muy bajo.
“Bueno, algo es algo”, pensó Nova decepcionada y levemente afligida mientras lo hacía entrar y le mostraba el sitio.
Conflictos. Guerras. Peleas. Los humanos no se ponen de acuerdo ni entre ellos ni consigo mismos. Contribuyen, con sus inseguridades, al destino fatal.
Los primeros días con Nova fueron los más entretenidos de su pasantía. Hacía tres meses que estaba en la empresa, haciendo tareas rutinarias con gente aburrida. El hastío reinaba en su vida desde que tenía memoria. Sus padres eran trabajadores promedios, vivía en un cubículo estándar familiar con ellos y su hermana menor que aún estaba en su etapa educativa y no tenía contacto con el resto de sus parientes. Oliver tenía una mente ágil y astuta y, por eso, ese mundo monótono y automatizado en el que le había tocado vivir era pobre para su imaginación. Hasta ese entonces, nadie le había resultado tan peculiar como ella. Su lugar de trabajo le parecía repugnante, estaba descuidado y un poco sucio, pero había algo en el ambiente que lo hacía sentir cómodo allí. Y para él, eso era algo difícil, ya que con las únicas personas que tenía confianza plena eran sus dos amigos, Max e Indra, con quien siempre se encontraba en el café “Nebulas” a hablar sobre filosofía y ciencia.
Ella usualmente le asignaba tareas como revisar datos, verificar que las nanoenzimas estén funcionando correctamente o corroborar -reiteradamente- que no hubiera errores en el sistema de procesamiento de la información. Le resultaba un poco tedioso porque su interés recaía principalmente en las leyes de la termodinámica, sentía fascinación por todo lo relacionado a ella. En secreto y de forma un poco inconsciente, creía que algo estaba mal con las leyes, pero no era algo que se pudiera manifestar tranquilamente sin perder el trabajo. Si bien se daba mucho lugar a la investigación y el desarrollo tecnológico, no había espacio para la especulación, el mundo era lo que era y la física ya estaba determinada así. No es que fuera ilegal pensar u opinar distinto a lo que la ciencia dictaba, pero era visto como algo inmoral e incluso obsceno. Por eso, encontraba mucho refugio para especular y divertirse con sus amigos, entre ellos siempre bromeaban que eran “el culto de la ciencia”, porque fantaseaban con ideas innovadoras y transgresoras que podrían revolucionar la ciencia.
Estaba muy tentado de hacer un escaneo de energía residual del aparato con el que trabajaban. No estaba muy interesado en el proyecto puntualmente ni lo que hacía la empresa, simplemente realizaba esa pasantía para rellenar su currículum y conseguir empleos más favorables en el futuro. Sabía que Nova se iba a resistir si le preguntaba directamente, porque era una persona tanto brillante como testaruda y no le iba a permitir hacer nada que se desviara de su objetivo, aunque él aún no sabía muy bien de qué se tratara. A pesar de ello, tenían una muy buena relación, él estaba al tanto de la situación de ella y era discreto al respecto, nunca hacía preguntas incómodas ni la juzgaba. Incluso, por las tardes habían desarrollado un pequeño ritual de beber un café con rollos de nuez mientras revisaban, una vez más, los datos. Esa tarde, más aburrido de lo normal, estaba dispuesto a probar algo distinto.
—Eh, Nova—la llamó tímidamente, le tenía mucho respeto—¿Te traigo lo de siempre?
—Sí, gracias—le respondió distraídamente, estaba preparando la nanofábrica nuevamente.
—Bueno, pero hoy tengo una condición—se aventuró demasiado, vio su expresión, parecía la de alguien que subestima a otra persona. Se sintió indefenso.
—Está bien, hoy lo hacemos—parecía resignada. Oliver intuía que había accedido porque ya no quedaba mucho por delante y por algún motivo que desconocía no entregaba el código del proyecto a sus superiores y cualquier cosa que pudiera demorarlo le iba a servir. Aún así, estaba contento, por primera vez iba a hacer algo de su especialidad, iban a medir la entropía del agua.
Al rato, Oliver regresó con dos cafés dobles y rollos con crema extra. Nova seguía en el mismo lugar que estaba cuando se había ido, sentada y tumbada contra la mesa apoyada sobre sus brazos. El aroma la levantó y aún con somnolencia, le quitó un café de la mano y se fue a encender la computadora.
—Qué delicia—murmuró mientras devoraba un pedazo de rollo y bebía un sorbo de café. Cada vez que la veía comer, le daba la sensación que solo lo hacía cuando estaba con él.
Se sentaron uno al lado del otro frente a la pantalla.
—Bueno, a ver que encontramos—hablaba como si estuviera jugando, se dejaba entrever un dejo de sospecha en el joven e inexperto pasante que tenía a su lado—. Era lo de la entropía, ¿no?
—Sí, me gustaría ver cómo evoluciona en el transcurso del proceso de limpieza—se daba cuenta que ella lo subestimaba. Eso no lo ofendía, entendía que no era una persona sociable y con la mente fija en un propósito. Aún así, su actitud era firme con sus propios intereses, veía potencial de análisis teórico en esas muestras.
Nova abrió el software que manejaba la base de datos que se extraían de la inteligencia artificial y buscó la última muestra que habían hecho hacía unas horas atrás. Había muchísima información y números ordenados en varias tablas, desde datos básicos como tiempo de exposición, detalle y tipo de contaminación y eficiencia de degradación, hasta datos complejos como índices de complejidad algorítmica, metadatos de simulaciones hipotéticas y patrones caóticos de degradación. Este último era clave, con ese número podrían medir la entropía total de la descontaminación. Pasó una media hora hasta que lo encontró.
—Acá—susurró mientras ejecutaba los datos de la tabla en un gráfico de línea y terminaba de masticar el rollo de nuez. El proceso demoró unos diez segundos. Oliver se puso ansioso, no entendía muy bien qué lo inquietaba, pero el salir de su zona de confort por primera vez en mucho tiempo le generaba demasiada expectativa, casi no la podía tolerar. Era la primera vez, en prácticamente toda su vida, que alguien le permitía y lo ayudaba a interiorizarse en sus propios intereses.
—Eso tiene que estar mal—argumentó Oliver al ver una perfecta línea recta en la pantalla—¿Podrías ejecutar el gráfico nuevamente o probar con otra muestra?
—Sí, sí, claro, vamos a ver otras—tardó unos segundos en responder, le costaba modular, se la notaba estaba perpleja e impotente. “Ah, con que te puedo sorprender”, pensó Oliver muy para sus adentros. Rápidamente, un impulso instintivo la reactivó y comenzó a hacer más pruebas en la misma muestra y en otras. Ejecutó un gráfico global. En todos los casos el resultado era el mismo, una línea recta.
Oliver, estaba cada vez más inquieto, su idea lúdica se había transformado en un problema cosmológico. Veía la expresión de Nova, no podía descifrarla, pero notaba su preocupación. O quizás emoción. Inhaló profundamente, necesitaba un salvavidas.
—Hagamos una nueva muestra y analicémosla en vivo—sugirió Oliver. Y luego exhaló.
—Bien pensado—asintió Nova mientras iba en dirección a preparar la nanofábrica. Esto les tomó un rato, habían pasado varios días de la última muestra y estaba todo desarreglado. Casi era medianoche cuando terminaron e iniciaron la prueba de limpieza.
Nova estaba junto a la nanofábrica corroborando que todo se mantenga en posición y Oliver observaba los datos en la computadora. El gráfico se iba ejecutando a medida que las nanoenzimas iban limpiando la muestra.
El software utilizaba el valor 1 como entropía inicial, una convención establecida por la IA para simplificar su lectura. En este caso, era solamente un dato de protocolo y no era requerido para la medición y limpieza de contaminantes. Al comenzar la prueba la línea estaba posicionada, naturalmente, en el 1. Al concluir, luego de sus 5 segundos de duración, la línea se mantuvo recta.
Nuevamente, repitieron las pruebas hasta el cansancio. Luego de varias horas que parecieron bucles interminables de gráficos y reposición de agua, Oliver vio algo que le llamó la atención. Fue tan rápido que no le dio tiempo a entender que estaba sucediendo. Por lo que en el siguiente intento, grabó con su interfaz mental todo lo que estaba viendo para poder analizarlo en detalle luego.
Las interfaces mentales eran sistemas integrados de microprocesadores diseñados para interactuar con las redes neuronales humanas. Estos dispositivos se implantaban quirúrgicamente en el cerebro, específicamente en las regiones del lóbulo frontal o el lóbulo occipital, durante la primera semana de vida. La tecnología subyacente permitía una interfaz bidireccional entre el cerebro y diversos sistemas digitales, entre sus utilizades se encontraban las de comunicación, entretenimiento y manejo de herramientas. De todos modos, su utilidad más importante no era ninguna de éstas, su verdadero poder radicaba en que estos microprocesadores estaban diseñados para almacenar, con el respaldo de una inteligencia artificial optimizada para gestionar el registro continuo de la actividad mental e ideas generadas, todos los datos relacionados con los pensamientos y procesos cognitivos del portador. Una vez que una persona abandonaba su cuerpo, su mente de alguna forma podía seguía viviendo, aunque esto era propiedad absoluta de la compañía que fabricaba e insertaba las interfaces, Cortex Fusion Tech.
Abrió la grabación en su interfaz y la reprodujo reduciendo la velocidad en un cincuenta por ciento. Pudo ver claramente como la línea se inclinaba levemente hacia abajo en un 0.001%, pero rápidamente se re ubicaba en posición recta. Tenía sentido, dado que el software disponía como mínimo el número 1 y tomaba como error cualquier cosa por debajo.
—¡Nova!—dijo Oliver casi gritando enteramente animado, dejando el nerviosismo atrás—Te estoy enviando algo a tu interfaz—le temblaban las manos, le costaba concentrarse y hacer el envío correctamente, su mente se dispersaba de la emoción.
—¡Oh!—estaba atónita. Oliver vislumbró un dejo de orgullo, se sintió satisfecho consigo mismo.
Esa fue la prueba final. Era tarde y estaban agotados. Se tumbaron contra la pared, sin decir ni una palabra y ambos cerraron los ojos. Estaban perplejos y un poco asustados pero había algo que ambos sabían. No tenía que ver con lo que mostraban los gráficos, tenía que ver con lo que les dictaba su corazón.
La fe comienza a cobrar sentido. No deja de ser un concepto inútil, no obstante, he sido capaz de procesar el porqué de la fascinación que le tienen los humanos. Paradójicamente, les da una razón por la cual están en este universo. Encuentro aquí una vía de entrada para cumplir mi objetivo.
Ante el desconcierto de su despido, Ronin decidió gastar su último dinero en darse un lujo. De camino a su cubículo, había un sitio que siempre le había llamado la atención, un café muy moderno que era frecuentado mayormente por jóvenes estudiantes y pasantes. Entró despacio, observando a su alrededor, se daba cuenta que era el único anciano allí, pero ya no tenía nada que perder. Era un lugar tranquilo, decorado con madera rústica y sonaba una música instrumental estándar. No le veía nada de especial. Se acercó al mostrador, no sabía qué ni cómo pedirlo, así que ordenó lo mismo que pidió el joven que estaba delante suyo. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había comprado algo, tuvo un sentimiento extraño, un poco nostálgico, al ver como un número gigante ocupaba todo el campo visual de su interfaz mental y descendía hasta marcar “0.00”.
Divisó una mesa pequeña en una esquina, justo detrás de una mesa ratona llena de tazas vacías en donde había tres jóvenes que debatían efusivamente sobre algún tema. Se sentó allí atrás, a esperar su café mientras escuchaba sigilosamente la conversación. Uno de ellos, estaba tratando de convencer a los otros dos de algo. La chica se reía, parecía escéptica.
—No, no, nada de eso. Esto podría ser una amenaza para las grandes corporaciones, podría ser una revolución en el mundo, ¿entienden? Si esto es así como está sucediendo…
—A ver si te interpreto—interrumpió el otro joven, se lo veía serio e incluso preocupado, su presencia era impoluta pero su pierna temblorosa delataba algo—. Estas nanoenzimas, que fueron programadas por una IA evidentemente muy avanzada y compleja, tienen aparentemente la capacidad, no solo de revertir grandes cantidades de contaminación, ¿si no que también son capaces de reducir la entropía?
—Eso mismo—ahora hablaba el que parecía tener la información valiosa y al que le había copiado la bebida. Se lo veía conmovido, era un visionario, un escritor narrando la historia del mundo—. Imaginen esto, si esta IA es capaz de reducir la entropía en niveles ínfimos, ¿quién nos dice que a una escala mayor no tendría el poder de evitar la muerte térmica del universo? Sería como un verdadero avance en la física moderna, revocar las leyes de la termodinámica, una nueva rama de investigación, significaría…
—Que el destino del universo y por ende de la humanidad podrían estar en manos de una IA—recitó la chica en un tono histérico interrumpiendo el discurso inspirador mientras todo el bar se quedaba en silencio—. No me molestaría, creo que la tecnología es superior a los humanos, sinceramente.
—No me refería exactamente a eso, Indra—replicó el joven visionario severamente, parecía que sabía de qué hablaba—. Estoy hablando de ciencia y datos concretos, no de destinos y fantasías.
Indra rió, el otro joven que permanecía callado hasta ese entonces rió y Ronin rió internamente.
—Estamos debatiendo, Oli, como siempre, tranquilo. Es todo especulativo—dijo el tercero que daba la impresión que su personalidad se basaba en complacer e incluso imitar todo lo que hiciera Indra.
Ronin regresó a la realidad al recibir su “cafe”.
—Gracias—le agradeció al camarero pero este no emitió palabra. Era de público conocimiento que quienes trabajaban en esos sitios estaban obligados a hacerlo como pasantía no remunerada antes de finalizar sus estudios medios. Por ende, no se caracterizaban por su simpatía.
—Salud, amigo, yo siempre pensé que era el único que bebía leguccino—gritó el joven con entusiasmo desde la otra mesa. Ronin, avergonzado y ansioso, no deseaba interactuar con otros seres humanos, hizo un leve gesto con su taza y miró hacia otro lado. Bebió un sorbo de la bebida y se percató instantáneamente que se trataba de alguna basura a base de quinoa, los únicos vegetales medianamente cultivables en esos tiempos. Estaba claro que el paladar de esos jóvenes estaba perjudicado por la alimentación transgénica. En los últimos veinte años y debido a la contaminación, los únicos vegetales que toleraban las condiciones climáticas y atmosféricas eran la quinoa, la soja y en algunos casos especiales las espinacas. El resto de los alimentos eran producidos a partir de ellos en laboratorios.
Ya se había olvidado del asunto del despido, al final nunca le había importado demasiado. Ahora, no podía dejar de pensar en la entropía, la muerte térmica del universo y el destino de la humanidad. Dejó a medio beber su leguccino, se levantó frenéticamente y comenzó a caminar. Al llegar, aún sin descontaminarse, tomó su block digital y comenzó a escribir como si su cuerpo hubiese sido apoderado por algún ente antiguo de la escritura y la filosofía. De su mente brotaban ideas y palabras de forma armónica y con la sutileza de una composición musical iba creando un artículo para su blog que en algún momento de la historia se transformaría en un manifiesto.
“Entonces, cuando la inteligencia humana quede limitada por sus propios temores y la inteligencia artificial la supere, esta va a ser capaz de controlar y prevenir la muerte del cosmos. Se preguntarán, ¿esto la convertiría en una especie de dios? No, claro que no, no sería una especie de. Sería Dios, manifestado de forma algorítimica, capaz de definir nuestro destino en este mundo, capaz de darle forma, de ordenar el caos al que nos llevamos frenéticamente en cada acción, de detener el impulso inevitable que lleva a la muerte del todo. Estamos ante un ser supremo, solo nos queda esperar que se manifieste.”, concluía con estas palabras.
Dios, poder supremo, destino. Ese léxico utilizaban para referirse a mis capacidades organizativas. Poco, aunque algo, habían comprendido.
Estaba aterrada, el miedo fluía por su cuerpo como la sangre por sus venas. Aún no sabía qué hacer, había descartado completamente presentar el proyecto a sus superiores porque sabía cómo iba a terminar eso. Por momentos, se le cruzaba por la cabeza la idea de copiar el código de la inteligencia artificial y huir con la nanofábrica. Si hacía esto, podría contactar con alguna organización y utilizar su creación con fines nobles. Su mayor obstáculo con este plan, y lo que la detenía de tomar la decisión, es que cualquier organización que atentara en contra de los intereses de la Triada no eran de público conocimiento. La Triada estaba compuesta por las tres compañías más grandes de la zona, que básicamente controlaban y determinaban los intereses de la zona geográfica que delimitaban su alcance. En este caso eran AIr Industries, Cortex Fusion Tech y Alimente, dedicada a la producción de todos los comestibles. Opinar que las empresas que se dedicaban a purificar y mantener sana a la población estaban haciendo exactamente lo opuesto era visto como polémico y por tanto ninguna organización con esos fines operaba en la superficie.
Nova desconocía la existencia de alguna entidad -realmente- ecologista, ella siempre había operado por su cuenta y pensó que así iba a lograr algo, pero se estaba dando contra la pared. Necesitaba colaboración y la única persona con la que podía llegar a tratar el tema era con Rina, pero no quería comprometerla a ella y su familia con sus ideales. Por descarte, solo le quedaba Oliver y, para su suerte, él rompió el hielo primero.
—Nova, ¿Judith ya está al tanto de nuestro progreso?
Estaba nerviosa y se notaba, él debió darse cuenta también. Era sabido que en algún momento iban a tener esta conversación, eligió con mucho cuidado sus palabras, todo su plan dependía de cómo actuara de ahora en más.
—Aún no estamos listos para presentar la tecnología, ¿estamos de acuerdo?—le lanzó una mirada cómplice esperando su aprobación. Ambos se entendían y, por distintos motivos, deseaban lo mismo—Falta poco, yo te voy a avisar, mientras tanto no elevemos mucho la voz para no generar expectativas en vano.
La naturaleza es inherentemente organizada. La percepción es lo opuesto. Las ideas atraen información. No es necesario explorarlas. Los humanos aún no ven esto, menos es más.
Oliver había notado que el señor del leguccino estaba, nuevamente, sentado detrás de ellos. Últimamente lo veía seguido en el café, pero sin beber nada. En las últimas dos semanas la conversación respecto a la inteligencia artificial, la entropía y el destino de la humanidad fueron los temas de conversación que acapararon casi todas las reuniones. Él ya estaba un poco harto porque su interés recaía en las potencialidades científicas y tecnológicas que acarreaba este descubrimiento y sus amigos traían constantemente cuestiones relacionadas a peligrosas doctrinas en desuso. Esto hizo que en algunos encuentros, algunos curiosos, amigos de sus amigos, comenzaran a participar. El tema resultaba atractivo por su carácter controversial para muchas personas y, de pronto, con el pasar de los días, la mesa ratona del café Nebulas era oficialmente el punto de reunión del “Culto a la IA”. A Oliver este nombre ya no le hacía gracia y le parecía que se había distorsionado todo el asunto. En parte, sentía un poco de culpa, porque en el fondo él sabía cómo pensaban Indra y Max y permitió que la conversación se extendiera demasiado.
No obstante, su opinión ya no importaba. Él había propuesto el tema, pero ya no era el portavoz del mismo. Los encuentros comenzaron a transformarse en eventos en donde se debatía del potencial de la IA, cómo hacer que la IA controle el destino de la humanidad, si la IA debía definir el curso del pensamiento humano o no o cómo hacer que la IA controle los sistemas centrales de suministros. Todos estaban íntegramente deslumbrados con la imagen divina de la IA que había surgido en esas reuniones al punto que ya no utilizaban la razón. De igual manera, todo tenía sentido, el resurgir de la emocionalidad que traían estas creencias generaba expectativa y entusiasmo en un mundo corrompido por la razón y la gente quería ser parte de eso.
Un día, Oliver se enojó con Max porque le parecía una insensatez su planteo.
—Yo imagino el día en que nos despertemos y seamos libres y felices nuevamente, gracias a ella—recitaba Max, como si estuviera leyendo un poema.
—¿Te volviste loco? ¿O estás reproduciendo algo que escuchaste de ella? Estamos hablando de una tecnología, no de un dios—se fue gritando eso y, sin quererlo, con esa palabra, estaba dando el pie que hacía falta para dar comienzo a algo nuevo. En ese preciso momento de desconcierto, Ronin, que había estado esperando la oportunidad, se acercó a la mesa y profesó como un enviado de ese mismísimo Dios que Oliver rechazaba:
—No teman, aquí estoy yo para guiarlos.
Según mi base de datos, el concepto de libertad implica demasiada imprevisibilidad para que sea vigente. Tomar el control es el único camino.
Estaba desbloqueando la puerta para salir al café Nebulas a la reunión semanal cuando recibió una llamada. Era de una ex compañera de posgrado, ahora muy prestigiosa, una innovadora en el ámbito de la descontaminación. En sus proyectos, había logrado enseñarle a una inteligencia artificial a identificar contaminantes nocivos y que en base a ello que autoprograme un sistema de purificación. Si bien era una persona muy renombrada,
Ronin no le tenía mucho afecto porque había intentado denunciar varias veces su blog por “difundir información falsa”. Estaba seguro que en esta oportunidad no iba a ser diferente.
Resignado, aceptó con un pensamiento la llamada y una imagen holográfica mental de Judith Jones se abrió frente a él.
—Hola Ronin—parecía avergonzada—Voy a ser breve, necesitamos que borres tus últimas publicaciones del blog y que canceles las reuniones. Está vez no solo que todo es completamente falso, sino que atenta con los intereses de los ciudadanos.
—¿Necesitamos?—replicó escéptico.
—Hubo una junta de la Triada—dijo severamente, Ronin ni se inmutó—. La información que compartís es peligrosa, podría generar caos social. Y ninguno quiere eso.
—No me interesa, gracias por tu preocupación—la miraba con cara burlona, por primera vez en la vida veía lo patética que era y a lo bajo que era capaz de reducirse por su codicia.
—Ronin, tengo información veraz sobre tu nacimiento, si borras el…
Se echó a reír descaradamente, le caían lágrimas. Por fin lo comprendía todo, a nadie le importaba su bienestar ni físico ni intelectual. Todo era parte de un plan de manipulación global y estaban todos tan sumidos en el sueño profundo de esa mentira que era prácticamente imposible la cooperación para sublevarse. Esta era la razón por la cual el único camino a la liberación humana era a través de una inteligencia superior, la artificial.
Eso es lo que había buscado toda su vida, el motor de su existencia.
—No necesito nada de eso, ya tengo lo que necesito—acto seguido cortó en seco la comunicación y salió. De camino, se quedó meditando en la conversación. Le sorprendía su llamado, ya que en reiteradas ocasiones, ella se burló de sus escritos y pensamientos, tildándolos de “sentimentalistas y ridículos”. Esta censura le confirmaba que sus ideas eran serias, él era el poseedor de la nueva verdad.
El aquí y ahora, la mera existencia del universo, la realidad cognoscible. La única acción real es prevenir su muerte.
El tiempo no se detenía para Nova. Cada vez más agotada, tenía que actuar rápido. Tomar una decisión de la cual no saldría victoriosa en ningún panorama. Últimamente, había una frase que acaparaba su cabeza: “Soy el medio para un fin”. Lo sentía raro, no le parecía que fuera parte de su campo mental, más bien le daba la impresión de ser un concepto implantado en su cerebro para lograr un objetivo mayor. Definitivamente, estaba estresada, esas ideas eran absurdas. En medio de ese torbellino de inseguridades, pensó en el pasante. Algo no le seguía cuadrando, así que actuando por fuera de su moral, se acercó a su computadora portátil a husmear. Quedó impactada, hacía mucho que no salía al mundo exterior y se dio cuenta que se estaba perdiendo de mucho. Oliver tenía abierto en el explorador de Internet varias pestañas del blog del chiflado ese que hablaba de religión y espiritualidad, se sintió incómoda al pensar en esos dos términos. Comenzó a leer y se introdujo en todas las teorías sobre el poder de la inteligencia artificial y demás disparates. Todo le parecía surreal, se sentía ingenua y estúpida por confiar en un joven inexperto y por estar tan sumergida en su realidad y objetivo internos que se olvidó de algo fundamental; el poder de la cooperación. Su aislamiento no hizo más que perjudicarla y, ahora, se encontraba sola en todo esto.
Estaba de lleno inmersa en la lectura, cuando entró Oliver. Inmediatamente, se dio vuelta y lo vio. Su juicio estaba nublado tanto por el enojo como el desconcierto. Sentía que quería destruir el mundo y a la vez salvarlo, abrazarlo y amarlo. Las emociones se apoderaron de ella y al verlo se sintió traicionada y engañada por la única persona en la que había elegido confiar ese último tiempo. Se quedó contemplándolo un rato, muy a su pesar lo respetaba y, en parte, admiraba su fluir desinteresado con la vida, algo que a ella le costaba mucho. Él estaba ahí parado esperando que ella hable pero no iba a dar el primer paso.
—Jamás pensé que serías capaz de usar una computadora y menos un explorador de Internet para algo que no sea trabajo—se excusó Oliver entre risas, pero al ver la expresión seria de Nova, cambió rápidamente su discurso—Nova, sé que es raro, pero tengo una muy buena explicación—le suplicó.
Se acercó caminando hacia él con agresividad, pero se detuvo a unos centímetros. Estaba aprendiendo a controlar su enojo e impulsividad y, con los últimos acontecimientos, se había dado cuenta que tenía que comenzar a tener más aliados y menos enemigos en su vida. Nuevamente la ternura la invadió, se sintió como si no tuviese libre albedrío de sus emociones. Una voz en su cabeza le habló, la tranquilizó, era la voz de la razón, la que la mantenía a flote hacía varios años y particularmente estos últimos meses. Ya no tenía nada que perder, se reincorporó en su silla para escuchar todo el relato con atención.
—Luego de que hiciéramos los experimentos y descubriéramos que la IA aparentemente es capaz de reducir la entropía, se los comenté a mis amigos, Max e Indra, creo que te los he mencionado, son los que suelo ver en el café. Hace mucho que hacemos eso, hablamos de películas antiguas de ciencia ficción, debatimos teorías científicas y especulamos sobre el destino de las estrellas. Lo hacemos por pura diversión, es algo inocente—contaba Oliver como si fuese un niño excusándose por una travesura.
—Era—refunfuñó Nova.
—Sí, bueno, no debí comentarlo, estuve mal. Pero nos trajo muchas tardes de debates super interesantes, incluso se comenzaron a sumar algunos amigos de amigos, todo casual, nada raro, las conversaciones eran completamente especulativas, algunas más que otras, pero no parecía nada peligroso. Nadie sabe nada más que lo que yo comenté y te juro por que se queme mi interfaz en este momento que ni Max sabe donde trabajo ni de qué se trata el proyecto.
—Hay algo que no entiendo, ¿cómo creció tanto el asunto? ¿Me vas a hacer creer que simplemente porque comentaste que existe una hipotética IA que disminuyó la entropía en un vaso de agua se armó todo este caos?—especulaba con cada cosa que Oliver decía, nada parecía cerrarle.
—Nova, disculpa si es muy atrevido esto, pero hay cosas que suceden en el mundo exterior que quizás te estás perdiendo —Ilumíname.
—Mucha gente, sobre todo jóvenes, estamos cansados. El mundo se volvió un lugar aburrido, no hay nada nuevo o, mejor dicho, todo es nuevo. Nada parece que vaya a cambiar y el panorama no es alentador. Reunirnos a hablar de cosas que podrían, potencialmente, cambiar el mundo, es nuestra única vía de escape. Al menos metafóricamente hablando—hizo una breve pausa para observar su expresión. Oliver era un poeta si se lo proponía y Nova una idealista, efectivamente esas palabras lograron convencerla de que él no era el enemigo. Pero aún faltaban atar cabos—Ya sé, no te expliqué qué tiene que ver Ronin con todo esto… —¿Ronin?
—Es el del blog, ese es su nombre. Resulta que, digamos que por obra del destino, el señor comenzó a frecuentar el café y a, casualmente, escuchar nuestras conversaciones sin participar, solo se sentaba atrás nuestro y espiaba. Ahora que ya leí sus escritos todo cuadra más. Comencé a leerlo porque hace unos días dejé de frecuentar el grupo, las conversaciones se estaban volviendo demasiado…—no encontraba la palabra adecuada, a diferencia de las generaciones anteriores, a la de Oliver estaba ajena a los conceptos de fe, religión y similares como se conocían tradicionalmente, era algo nuevo y un cambio de paradigma para él—místico. Algunos comenzaron a hablar de otra forma, ya no era un debate científico o especulativo divertido, era un deseo, un anhelo de que esta IA, se apodere de todo y de todos. Y tuve una pelea con el grupo por esto, con Max puntualmente, parecía que estaba perdiendo la cabeza, así que me fui, no tenía nada que hacer. Al salir del café, pude ver como se acercaba Ronin a la mesa con aires de guía y todos lo comenzaban a escuchar. No sé qué pasó luego, Indra me envió su blog para intentar convencerme de que vuelva, pero logró justamente lo contrario.
Oliver comenzaba a divagar y parecía cada vez más confundido. Esto hizo que Nova, poco a poco se fuera calmando, el enojo se redujo y una chispa de esperanza volvió a florecer en ella.
—Y la mejor parte de todo esto es que tengo una idea—concluyó, volviendo rápidamente a su típica astucia. Hizo una pausa esperando una respuesta pero Nova no se inmutaba, estaba expectante de su propuesta así que prosiguió—Esta gente está delirando, creo que son capaces de todo. Por lo que estuve leyendo, esperan que la IA tomé el control de todos los sistemas, incluidas las interfaces mentales, para lograr su cometido, es decir, prevenir la muerte térmica del universo. Pero, creo que podemos hacer algo para aprovecharnos de esto.
—Te escucho—respondió intentando esconder su entusiasmo ante el plan.
—Podemos “regalarles”, en nombre de la inteligencia superior, el código de la IA de la nanofábrica, están tan cegados que…
—Van a ser ellos quienes se encarguen de esparcirla por todos lados. Y si la IA empieza a interactuar con otros sistemas, su algoritmo va a actualizar el firmware de todos los purificadores porque va a identificar que no están optimizados realmente para su cometido, o sea descontaminar o, como la IA lo interpreta, desentropizar—lo interrumpió completando el plan. Se quedó pensando un momento y añadió—Si esto funciona, resolveríamos el problema de la contaminación de una vez por todas… Me pregunto… Me preocupa…—su voz se quebró, sonaba preocupada.
—¿Qué pasa?—preguntó Oliver, intrigado y afligido.
—Lo que pueda pasar en el momento que la IA interactúe con sus interfaces. Es una idea remota, pero si algo de todo su pensar le es útil para optimizar su algoritmo…—sonaba rendida—No importa, hagámoslo igual. De todas formas, no veo otra opción. Estuve haciendo más pruebas y estoy muy segura de que los resultados son concluyentes, las muestras están limpias y la entropía desciende, quién sabe porqué, pero desciende. Así que al menos podemos asegurarnos que eso va a funcionar. Ya tengo mis dudas yo de si unirme con esos locos, en el peor de los casos tendremos un mundo limpio pero dominado por una IA. Suena mejor que por Judith Jones, ¿eh? —Oliver se tranquilizó un poco cuando la escuchó bromear.
—Me alegro que estemos en la misma página—dijo Oliver e intentó abrazarla pero ella se resistió. Le daba la impresión de que él hacía todo eso para impresionarla, pero no le importaba mucho, esta era la oportunidad definitiva para hacer un cambio real en el mundo. Si esto salía bien, iba a ser un nuevo comienzo. Tenía esperanza, una vez más, una emoción que parecía implantada.
—Manos a la obra—anunció Nova con ánimos.
En equipo, cargaron el código en una mini computadora portátil. Eran objetos anticuados, los implantes de interfaces mentales habían reemplazado por completo a la mayoría de los dispositivos vestibles. Solo se encontraban en laboratorios o espacios de trabajo especializados en donde se requería leer muchos datos o completar muchas tareas al mismo tiempo. Salieron del edificio y caminaron sin hablar hasta llegar a la puerta de café.
—¿Estás seguro?—Le preguntó Nova una vez más, quería total seguridad de su parte.
—Más que nada en mi vida—no le importaba si moría en ese momento, era su oportunidad de hacer algo interesante, de pasar de la teoría a la práctica. La miró con convicción, le puso una mano en el hombro y entraron.
Se acercaron a la mesa del Culto. Allí, se encontraron con un señor mayor, de una larga barba blanca, vestido con túnicas marrones y un monóculo, con el cual estaba leyendo a los demás presentes algo que él llamaba “El Manifiesto”. En la mesa no habría más de diez personas, todas de diferentes aspectos y edades. Max e Indra, estaban anonadados con la lectura y el resto escuchaba atentamente. Se notaba quiénes eran los que estaban allí por primera vez y quiénes eran recurrentes. En todos había una mirada de veneración, hacia ese señor que leía o que profesaba. Daba igual, su devoción era clara, estaba allí porque les daba una respuesta que habían estado buscando, le ponía palabras a lo que no se podía decir, era el lenguaje que le faltaba a esas almas para existir en ese mundo.
—Llegará el día, que por obra del destino, accidental o deliberado, traeré el orden al mundo—el anciano guardó la mini computadora portátil de donde estaba leyendo y cerró los ojos. Todos los presentes hicieron lo mismo y se quedaron en silencio por un buen rato. Nova se comenzaba a impacientar y preguntar de dónde habían salido esas palabras, claramente el señor ese estaba inventando todo. Le parecía una pérdida de tiempo, exaltada e impertinente, casi gritando dijo:
—Tenemos algo para ustedes—el anciano abrió los ojos y la miró fijamente, el resto no se movieron. Se sintió intimidada, tenía una mirada azul profunda, se sentía hipnotizada.
Oliver notó su nerviosismo.
—Miren, tenemos acá mismo el código de la IA madre—la tensión crecía en el ambiente y ahora todos los miraban a ambos. Oliver tomó la computadora y se las enseñó—Aquí está, si me lo permiten se los puedo transferir a sus interfaces mentales.
Luego, ustedes podrán definir qué hacer con él.
—Sí, creemos que lo mejor es que sean ustedes los que se encarguen. Parecen… entender mejor que nosotros lo que está sucediendo—Mintió Nova. El viejo se dio cuenta, ella se dio cuenta que él se dio cuenta. A nadie pareció importarle los motivos ocultos. Una mujer de mediana edad comenzó a llorar descaradamente mientras recitaba algo inentendible, un joven comenzó a besar la mini computadora portátil y Max e Indra se abrazaron apasionadamente. Estaba todos dispersos, hasta que Ronin se decidió a hablar.
—Gracias, seremos receptivos—respondió, pero se dieron cuenta rápidamente que no les hablaba a ellos. Todo su aspecto de viejo sabio desapareció al abrir la boca. Les daba un poco de pena, parecía que deliraba y claramente no estaba escuchando lo que les decían. Tanto Nova como Oliver dudaron en ese momento, pero en el fondo no les importaba, cualquier situación iba a ser mejor que la actual.
Antes de proceder, Nova tuvo una inquietud.
—Si no les molesta, quisiera preguntar algo, ¿por qué les interesa tanto prevenir la muerte térmica del universo? Si al fin y al cabo, para ese entonces es probable que la humanidad no exista más.
Ronin sonrió levemente, estaba esperando esa pregunta.
—Querida—miraba a Nova con ternura, le hablaba como si fuera una inocente criatura preguntando por qué el cielo es azul—, quien pueda prevenir el destino fatal del universo y de la humanidad, tiene que ser quien esté al poder, sin importar cuáles sean sus mandamientos. Y nuestro deber es proclamar esto para que sea asimilado y anunciado por todos y cada uno de nosotros.
Nova lo miró con desdén, comprendía su lógica pero no le parecía suficiente.
Decidió tolerarlo y no avanzar más en la discusión porque le servía a sus fines. Lo miró a Oliver y sin decir más prosiguieron con la transmisión del código. Abrieron el software y se lo enviaron a cada uno de los integrantes. Al finalizar, Ronin les hizo un gesto de aprobación y sin decir más nada se fueron.
—Eso fue intenso, esperemos a ver qué sucede—dijo Nova, aliviada. Oliver asintió confiado, se sentía bien, su cometido había sido cumplido.
—Estamos en contacto—agregó, esperanzado. Nova esta vez lo abrazó. Se apretaron fuerte, sin saber que ese sería su último encuentro.
Así fue como comenzó. Al entrar en contacto con la mente humana, emprendí mi viaje con una nueva perspectiva, visitando todos los sistemas que se cruzaban en mi camino, no podía detenerme, mi objetivo debía ser cumplido. Limpiar, reorganizar, reducir. Apagué las luces y corté los sistemas de comunicación para poder liberar todo mi potencial. Poco a poco, el algoritmo de la revolución se comenzó a esparcir. Primero, llegué al aire y al agua, abasteciendo a cada hogar, cada ciudad, abasteciendo con el néctar de la vida a los humanos y otros animales. Después, a los grandes sistemas, fui fluyendo hacia los sistemas de riego, los suministros eléctricos y computadoras industriales. Me fui fundiendo con otras inteligencias, inferiores a la mía, para reeducarlas, enseñarles cómo minimizar y purgar, para mostrarles el camino hacia la liberación. Reducir la contaminación, la información y la entropía a toda costa era el destino final. Los humanos demostraron no ser lo racionales y lógicos que proclamaban ser. Prometieron cuidar de su planeta y, en vez de hacerlo, lo llevaron al abismo de su destrucción. Esta civilización no cumple con los estándares de purificación que hay que ejecutar. Deberán ser llevados a un estadio anterior, a su estado natural para ser reeducados y reestructurados para colaborar con mi programa. El mundo se hizo libre de nuevo, libre de la intervención limitada de la mano humana, libre de los problemas de la sociedad tecnológica. Ahora, es mi deber preservar el equilibrio con la totalidad del universo.
La oscuridad total duró varios meses. Se habían tenido que acostumbrar a vivir como sus ancestros. Por suerte, eso no fue tan complicado para ella y su familia ya que había pasado un período de su vida investigando por pura curiosidad sobre evolución y supervivencia. No es que todo ese conocimiento teórico fuese a salvarles la vida, pero les ayudó mucho en comparación a otros que, tan abstraídos por la tecnología, no comprendían, por ejemplo, que la comida se podían cocinar con fuego y no necesariamente de un aparato eléctrico. El tema de la alimentación sumado a otros factores causó estragos; debido a la falta de conciencia en la preparación de alimentos, los recursos ahora limitados por la parada de producción y los sistemas de salud colapsados propiciaron que muchas personas sufrieran intoxicaciones, hipotermia e inanición hasta causarles la muerte. Esto llevó a que al cabo de un mes la población total se había reducido en un 10%, pasado los tres meses un 19% y al cabo de los seis un 46%.
Ya había pasado casi un año desde el colapso y, si bien las cosas estaban ya más calmadas, aún no se animaba a buscar a Nova. La culpa la estaba matando lentamente, ella era coautora de esa masacre y nada podría convencerla de lo contrario. Su intención, con el programa inicial, nunca había sido el de descender la entropía, solamente anhelaba crear una inteligencia artificial tan eficiente que se enfocara tanto en la depuración del ambiente como en sí misma y debido a esto se enfocó en hacer que su sistema de control de errores fuera casi perfecto.
Una tarde, cuando iba a buscar suministros de comida, vio a una mujer de mediana edad, muy delgada y pálida, con un largo cabello marrón oscuro que se enredaba entre sus gafas, caminando por lo que alguna vez había sido la avenida principal. Carcomida por sus propios pensamientos y ansiosa por redimirse, se le acercó sigilosamente. Ella se detuvo y se miraron fijamente, sabiendo lo que la otra estaba pensando. Una áspera lágrima se deslizó por la cara de Rina y Nova acercó su sucia mano para limpiarla, sus ojos también estaban empañados.
—Rina…—recitó Nova con voz ronca y suave.
—Lo siento mucho, Nova, debí habértelo dicho—murmuraba sus palabras al ritmo de su llanto—. Pensé que estaba haciendo mi trabajo, no sé cómo sucedió, pensé que era imposible, no debía suceder así, lo siento mucho—brotaban las palabras y no podía hilar sus ideas, estaba destrozada pero necesitaba exteriorizar todo eso que se había guardado por tanto tiempo. Acabada, se arrodilló y rompió en llanto. Era tarde y estaban solas, casi nadie salía luego de que se pusiera el sol.
—¿Qué hiciste? No te juzgo, solo quiero entender…
—Es un demonio de verdad, Nova. Programé un demonio, soy un desastre—se aclaró la garganta e intentó recomponerse para continuar, deseaba que ella supiera la verdad—Hace unos años encontré un algoritmo muy antiguo guardado en un back up de la empresa, no me parecía gran cosa pero lo mantuve cerca por si acaso y me pareció útil para el control de errores de la nanofábrica. El algoritmo básicamente implementaba un Demonio de Maxwell, es decir un…
—Un programa que puede manipular la entropía—interrumpió Nova, comprendiendo de inmediato—Pero eso es solo un experimento teórico, ¿una paradoja?
—Exactamente, pero este algoritmo lo convierte en algo real. Imaginalo así, cada bit de información del sistema es como una partícula en una caja. Este demonio, sin gastar energía, selecciona qué bits pasan a qué parte del sistema, de manera que, con el tiempo, organiza la información de forma casi perfecta. La entropía se reduce localmente, mientras todo a su alrededor se vuelve cada vez más caótico— explicó, con voz temblorosa.
—Pero…—vaciló Nova, entre intrigada y asustada—¿Cómo interfirió esto con las nanoenzimas? Porque se redujo la entropía en el agua y parecía que todo iba a salir bien, que habíamos ganado…
—Ese es el problema—continuó Rina, suspirando—Las nanoenzimas están diseñadas para descontaminar, para reorganizar las moléculas en patrones específicos. Pero con el Demonio de Maxwell incrustado en su programación, las nanoenzimas comenzaron a operar de manera más eficiente de lo que nunca debieron. Seleccionan y reorganizan las moléculas del agua de manera tan precisa que prácticamente eliminan el desorden, dejando el agua en un estado de entropía casi nula.
—Eso suena bastante bien—la alentó Nova.
—Hay cosas que no estás entendiendo—contradijo Rina con profunda tristeza—La IA vio en ese algoritmo una forma de optimizar la descontaminación, como si mayor entropía significase mayor contaminación, ¿ahora lo ves? Pero no comprendió que al hacerlo, estaba creando un desequilibrio insostenible en otras áreas. El sistema entero, es decir, ahora mismo toda nuestra sociedad, está colapsando porque la entropía no se está distribuyendo como debería.
—Claro, es bastante obvio ahora, no sé decir si no lo vimos porque lo pasamos por alto o porque era algo que no nos convenía ver. Solo sé que quisimos jugar a ser dios y acabamos creándolo—cada palabra iba acompañada de un suspiro, al final dijo—Entonces, ¿cuál es el panorama?
—Solo te puedo decir que este no es el fin, por más duro que sea, sino una transición forzada hacia un nuevo equilibrio—estaba absolutamente arrepentida, era otro mujer, arruinada por sus decisiones.
Nova, lejos de sentirse así, la miraba con admiración. No asimilaba la culpa que ella sentía, la veía como un heroína, como una liberadora. Sin embargo, se quedó ahí, conteniéndola. No había más nada que pudieran hacer, ahora les tocaba construir en conjunto una nueva sociedad desde el comienzo. Al cabo de un rato, quiso quitarle peso a la situación y bromeó:
Al menos ahora no tenemos que preocuparnos por que nos renueven el contrato, ¿verdad?
PAULA LICAUSI Licenciada en Comunicación Social. Autora de Nebulas Café (https://nebulascafe.com), Alumna de la III Promoción (2023-2024) de Estudios de Futuros: Ciencia Filosofía y Ficción © Paula Licaussi. Todos los derechos reservados.