—¿Puede decirme algo más sobre su formación en IA?
—Por supuesto: soy lector habitual de Ted Chiang, Philip K. Dick y William Gibson.
—¡Estupendo, el puesto es suyo!
Puede que algún día este dialogo se realice en un despacho de McKinsey. Por lo que si os interesa haceros un huequito en el paraíso os recomiendo la novela corta de Ted Chiang El ciclo de vida de los elementos de software, incluida en Exhalación.
(Ilustración New Yorker)
Dice Ted Chiang que su principal objetivo es: Sumergirse en cuestiones filosóficas y experimentos mentales, intentando trabajar las consecuencias de ciertas ideas.
Experimentemos mentalmente con la ética y las inteligencias artificiales en un relato, que a lo mejor alguien considera que trata sobre las implicaciones éticas de la IA, aunque Chiang elude debates manidos y decide poner la cámara en los sentimientos del humano hacia los elementos de software, o sea, hacia los “digientes” que protagonizan el relato, lo que a mi al menos me interesa bastante más que los riesgos de la desinformación, los sesgos en los datos, la perdida de puestos de trabajo, y similares cantinelas que se arreglan como todo con un poco de regulación y técnica. A mi lo que me va es “lo intenso”.
Sigamos con el relato. Para empezar, si has trabajado alguna vez en la industria del software te vas a reconocer en la guerra de las plataformas supuestamente abiertas que lucha por explotar a los digientes. Solo por esto ya lo deberías leer. Pero lo que seduce es que Chiang explora el aprendizaje humano desde un juego de configuraciones neuronales, ricas en neuronas espejo, que les hacen como a los Sapiens, empáticos.
Los digientes del cuento responden con afecto a los humanos, como lo hacen, “irracionalmente”, los bebes y los perros. Aprenden con “entrenamiento supervisado”, como las supermáquinas de hoy en día, que a todos asustan o encandilan, o como los hijos. Pero la ética orbita en las decisiones que los humanos toman sobre ellos: cuidarlos, abandonarlos, venderlos, prostituirlos.
Esas balbuceantes inteligencias no son mascotas, no son hijos. Pero el cuento no va de relato ontológico y nos da igual lo que sean.
Lo que interesa es lo que acaban siendo para nosotros.
Si ya lo has leído y tienes un dibujo mental de un disiente compártelo aunque sea con ayuda de Midjourney, y si no léelo.